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Andrea Wulf: «Humboldt fue el padre fundador del ambientalismo»

En La invención de la naturaleza, la autora da una imagen nueva del investigador; «hay que mezclar ciencia y poesía», dice.

MADRID.- La historia comienza con un hombre a punto de congelarse, a 5000 metros sobre el nivel del mar, avanzando en cuatro patas por un risco empinado y estrechísimo, con un precipicio a cada lado. Alexander von Humboldt se acercaba el 23 de junio de 1802 a la cima del volcán Chimborazo, en los Andes, y estaba a punto de experimentar una visión que cambiaría la forma en que concebimos el mundo. Ante la inmensidad de lo que creía el pico más alto de la Tierra, entendió, como nadie antes, que la naturaleza es una fuerza global e interconectada. «Era una idea revolucionaria, por más que ahora nos parezca tan evidente que tendemos a ignorar quién la formuló», dice Andrea Wulf, la escritora que se propuso rescatar la memoria de Humboldt, el científico más célebre de su época hasta que el mundo pareció olvidarse de él.

La invención de la naturaleza (Taurus) es una biografía narrada por momentos a ritmo de thriller en la que Wulf -nacida en la India, formada en Berlín y residente en Gran Bretaña- intenta reparar esa injusticia. El libro, que acaba de salir en la Argentina, ganó hace dos semanas el premio a la mejor obra de ciencia de la Royal Society de Londres.

A través de sus páginas pasan las figuras de la Historia que conoció e inspiró el genio prusiano, de Darwin a Goethe, de Simón Bolívar a Thomas Jefferson. Humboldt se nos revela en sus mil facetas: geógrafo, biólogo, humanista, explorador, el hombre que por primera vez alertó sobre el cambio climático, el idealista que encendió las revoluciones en la América española a partir de los relatos de sus viajes por el Orinoco, los Andes, México, Cuba. «Humboldt no trazaba una línea rígida entre el arte y la ciencia -sostiene Wulf en una entrevista con LA NACION en Madrid-. Hoy más que nunca necesitamos que la poesía y el arte vuelvan a mezclarse con la ciencia.»

-Usted suele decir que Humboldt merece estar en el mismo pedestal que Darwin o Newton. ¿Por qué no lo ha conseguido?

-Una razón es que no hay un descubrimiento único ligado a Humboldt. La otra cuestión tiene que ver con la forma en que él entendía la ciencia. Él decía que debíamos interpretar la naturaleza a través de mediciones, pero también de los sentimientos y la imaginación. Al principio del siglo XX dejó de ser una manera aceptable de hacer ciencia.

-¿Cómo cambió la visión que el mundo tenía sobre la naturaleza?

-Antes de él, la naturaleza se veía como un sistema mecánico, rígido, en el que cada planta o animal tenía un lugar muy específico. Humboldt aparece y dice que la Tierra es un organismo vivo en el que todo está interrelacionado. Esta idea de una red de vida es lo que le permite vislumbrar cómo el ser humano está afectando la naturaleza.

-¿Cree que el movimiento ambientalista debería prestar más atención a Humboldt?

-Es el padre fundador del ambientalismo. Podemos aprender un montón de cómo él permitía que el arte se mezclara con la ciencia. Si queremos atacar el cambio climático, necesitamos encender un amor profundo por la naturaleza, y eso se consigue también a través del arte y la poesía. El mundo no se salva sólo con ingenieros y científicos.

-¿Qué diría Humboldt si viera el estado del planeta hoy?

-Él escribe en su diario que un día la humanidad viajará a planetas distantes y llevará su mezcla de ignorancia, vicio y violencia y lo arruinará como está haciendo con la Tierra. Lo pensaba hace 200 años. Por eso creo que se sentiría shockeado de que no hayamos hecho nada para detener eso.

-¿Cuál fue su influencia en el movimiento revolucionario de América?

-Bolívar decía que con su pluma Humboldt había despertado a América del Sur. Humboldt regresó a Europa de su viaje por América con el retrato de un continente de una belleza única y de paisajes espectaculares. Bolívar explica que los libros de Humboldt transmitieron a los criollos una conciencia sobre la majestuosidad de su tierra. Aparte, era un pensador crítico del colonialismo español. Lo consideraba desastroso para los pueblos indígenas y para el ambiente.

-¿Se desilusionó de Bolívar?

-Humboldt creía en las revoluciones lentas. Odiaba la violencia. Cuando la revolución de Bolívar se torna una guerra civil sangrienta, él siente que ése no es el camino. Más adelante, cuando Bolívar se declara dictador, cruza la línea de lo que Humboldt creía correcto. Pese a todo, le dedicó grandes elogios por haber abolido la esclavitud, que él consideraba inaceptable y era algo que cuestionaba muchísimo de América del Norte.

-Un capítulo clave del libro es el que cuenta su relación con Goethe. ¿Cómo alimenta uno la obra del otro?

-Goethe le enseña a Humboldt la importancia de los sentimientos para entender la naturaleza. Cuando se conocen, en 1794, Humboldt era un hijo de la Ilustración, que creía a ciegas en las mediciones y en los datos empíricos. Goethe le dice: «No, nuestros ojos son los órganos a través de los cuales entendemos el mundo». A la inversa, al conocer a Humboldt, Goethe empieza a infundir en su obra referencias científicas. Yo creo que el personaje de Fausto está inspirado en Humboldt.

-¿Cuánto influyó en Darwin?

-Humboldt fue una influencia decisiva para Darwin. Si no hubiera leído sus libros sobre América del Sur, jamás se habría subido al Beagle y probablemente jamás habría desarrollado la teoría de la evolución.

-Para escribir este libro, usted siguió los pasos de Humboldt y viajó a los lugares que él describió

-Me fascina esa idea de que hay que meter arte y poesía en la ciencia. Para mí fue un poco lo mismo: no podía escribir este libro solamente basada en archivos. Necesitaba sentir lo que es estar en la cima del Chimborazo para poder transmitirlo de una manera correcta en el libro.

Fuente: Diario La Nación

Imagen de titular tomada de www.criticalatinoamericana.com