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La falta de contacto con la naturaleza causa todo esto en nuestro cuerpo

Si durante todo el 2018 no pisaste ni un parque, apenas pasaste por la vereda de alguna plaza y tu mayor contacto con el medio ambiente fue regar las suculentas de tu oficina, deberías empezar a revertirlo.

Hace ya cuatro años, un equipo científico de la Universidad Autónoma de Madrid estudió los efectos positivos que tiene para el cuerpo estar en contacto con el entorno natural y todas las secuelas que le trae al cerebro tener una vida en permanente unión con las grandes urbes, el ruido y el cemento.

En 2008, Naciones Unidas (ONU) anunció que por primera vez en la historia de la humanidad la gente vive más en las ciudades que en el campo. Diez años después, la estresante vida urbana ya ocasiona consecuencias en la salud: la falta de actividad al aire libre se traduce en una multitud de personas con déficit de vitamina D (la que brinda el sol), depresión, estrés, ansiedad, y estilo de vida cada vez más sedentarios con tendencia al sobrepeso.

En sentido contrario, estudios realizados por científicos españoles comprobaron que los niños que tienen acceso a la vegetación cerca de sus casas muestran menor nivel de estrés en ciertas situaciones escolares y familiares. Y esto se da porque cuando las personas interactúan con la naturaleza, la respuesta cognitiva y física, cambia.

En sociedades de alta presión laboral y en donde hay un gran número de personas workaholic (trabajadores obsesivos), como la de Tokio, se comenzaron a implementar técnicas llamadas «baños forestales» para aumentar el contacto con la naturaleza.

«Se trata de tomarse el tiempo para notar lo que vemos, respirar profundamente, sentir el contacto con el aire, las texturas de las hojas, escuchar el viento entre los árboles, oír los pájaros», explica Amos Clifford, fundador de la Asociación de Terapias de la Naturaleza y el Bosque (Association of Nature and Forest Therapy), con sede en California, que promueve la práctica japonesa en Estados Unidos.

Según estudios realizados por científicos japoneses, el impacto de la falta de contacto natural en la salud es claro: genera aumento de la presión arterial y de las hormonas relacionadas al estrés y debilitamiento del sistema inmunológico. También, una mayor predisposición a los infartos.

La explicación de por qué esto sucede es mucho más sencilla de lo que se cree: el hombre pasó el 99,99% de su evolución en ambientes naturales.

«Nuestras funciones fisiológicas aún están adaptadas a esos entornos y en el día a día podemos alcanzar una sensación de bienestar si sincronizamos nuestros ritmos con los del medio ambiente», concluyen.

Fuente: www.tn.com.ar

Por ProYungas - 24 / 12 / 2018