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“Cuanto peor… mejor!” Historias muy nuestras

Fernando de Noronha, Brasil, octubre 2023. Alejandro Diego Brown, Fundación ProYungas.

Hace unos días y con motivo del reciente proceso electivo presidencial en Argentina, volvió a circular por redes sociales una nota editorial contundente (en principio atribuida erróneamente al periódico The Washington Post, siendo en realidad una nota firmada por el periodista argentino Carlos Mira, publicada en el medio The Post en octubre del 2019), la cual decía entre otras cosas que «la Argentina tiene el problema más serio del mundo. Ningún país podría encontrarse en su camino con una dificultad mayor. Las demás naciones pueden tener inconvenientes de distinta índole, pero ninguna padece el nivel de dilema que tienen los argentinos: el país se angustia por lo que prefiere.»

Si bien la nota es muy crítica sobre nuestra idiosincrasia, no podemos menos que reflexionar sobre la misma y establecer paralelismos con cosas que nos pasan en nuestra cotidianidad profesional y ciudadana. Continúa diciendo la nota editorial que «no hay drama mayor para una nación, que vivir en permanente frustración por lo que no son otra cosa que las consecuencias de sus preferencias, lo que constituye una encerrona de la cual es muy difícil salir. La Argentina no tiene un problema económico o social o político, tiene un problema médico; un problema de orden psicológico profundo que le impide resolver lo que no son otra cosa que los efectos de esa causa madre. Que un país viva en conflicto por lo que son las consecuencias de sus preferencias libres, constituye una dificultad de tal magnitud, que sinceramente, no sé si la cuestión tiene solución». Finalmente menciona a su criterio cual es la razón de lo que nos pasa que no podemos salir adelante formulándose una pregunta:  «Pues bien, ¿y cuál es esa maldita preferencia?, ¿Qué es lo que los argentinos secretamente prefieren y contra lo que luego se enojan cuando efectivamente esa preferencia se materializa? Esa preferencia no es otra que la pobreza: los argentinos prefieren la pobreza. Por supuesto no van a admitirlo a viva voz. De hecho, viven enojados contra la pobreza. Dicho de otra manera, lo que culturalmente predomina, es una oposición a la riqueza. En efecto, el argentino está en guerra contra la riqueza. La corriente mayoritaria que emerge desde las entrañas más profundas de la cultura nacional consiste en una resistencia impenetrable contra la riqueza, contra la idea de ser rico». ¡Por eso, en definitiva, cuando peor, mejor! ese es nuestro dilema medular…

Podemos estar de acuerdo o no con semejantes aseveraciones, pero lo que no podemos eludir que algo importante nos pasa al respecto, tenemos dificultades para asumir con grandeza el éxito del otro. Si alguien de nuestro entorno le va bien, económica o intelectualmente, seguro que habrá varios que duden de la legalidad u honestidad de quien alcanza ese logro, que a los demás se nos muestra inalcanzable. Y aún más (y peor), no nos molesta demasiado quienes acumulan “éxitos económicos” de malas maneras, con corrupción, con ilegalidad. A ese al menos lo objetamos con cierta e indisimulada admiración (“sana envidia” que le dicen). Ya lo asevera el famoso tango “Cambalache” de Santos Discépolo, el que no llora no mama, y el que no afana es un gil.

Recientemente se reunió el grupo más nutrido de biólogos para criticar una potencial experiencia de reintroducción (o reasilvestramiento/ rewildling) de una especie de ciervo autóctono en un Parque Nacional recientemente creado (PN El Impenetrable). Semejante congregación de opositores técnicos (¡más de 100!), nunca se reunió para una causa noble concreta para ser aplicada en territorios de alta diversidad. Pero si se reunió para oponerse… A mi modo de ver, y bajo la sombrilla de lo “técnico”, lo que se ocultaba posiblemente, es la irracional crítica al éxito de otros, en este caso de una ONG famosa, creada por el filántropo millonario norteamericano, Douglas Tompkins. Esta ONG ha comprado y donado tierras para Parques Nacionales (entre ellos Monte León, Patagonia, Iberá y el propio Impenetrable), y ha obtenido apoyos económicos y respaldo técnico para reintroducir animales ahí donde el hombre los extinguió en el pasado reciente. Pocas ONGs en Argentina (quizás ninguna) pueden mostrar semejante acumulo de éxitos de gestión por la conservación de la naturaleza en la Argentina.

La naturaleza desde hace varias decenas de miles de años interactúa fuertemente con la humanidad. Gran parte de los ecosistemas, sino todos, tienen una impronta de intervención humana que ha llevado en muchos lugares a que se pierdan especies. En los casos que se pueda y cuando valga la pena, es interesante el regreso a la silvestría de quienes ya no están o incluso de aquellas especies que suponemos que ya no están. ¿Cuál es el problema en hacerlo? Personalmente creo que el problema está cuando nos ponemos grupalmente como meta impedir que el otro lo haga, por prurito científico, por incomodidad intelectual sobre quien llega más lejos, o rechazo a quien por disponer de recursos económicos importantes puede alcanzar metas inalcanzables para otros.

Mientras escribo esto, estoy en una isla, Fernando de Noronha en Brasil. Esta isla (o en realidad archipiélago) fue descubierta por Américo Vespucio allá por 1500 y sirvió de fuente de inspiración para Tomás Moro para escribir en esa época su “Utopía”, el libro que acuñó este término destinado a poner en valor las cosas importantes y puras que subyacen en nuestra humanidad. Crear una nueva sociedad igualitaria, sin moneda y por lo tanto sin corrupción, sin escalas sociales, sin justicia ni castigo, una sociedad sin duda ideal, “utópica” al decir de Tomás Moro. Quizás sería bueno que enfoquemos nuestros esfuerzos individuales y colectivos a proyectarnos como sociedad, sin grietas, sin egoísmos y pensando en lo que nos une, en nuestra valoración por nuestro territorio, por nuestros paisajes, por nuestro país. En ese sentido espero que el autor de la Editorial se equivoque y que este “mal” que padecemos tenga cura.

Termino esta nota con una anécdota de un gran amigo, diplomático francés, que luego de estar 4 años en Argentina fue trasladado a Sao Paulo, Brasil. Al visitarlo en su nuevo destino, lo primero que le pregunté a Jean Pierre fue: ¿y qué tal tu nuevo país? ¡Alejandro, acá todo es fácil! Fue su apretada y contundente síntesis.

Por ProYungas - 30 / 10 / 2023