Editorial
Día Internacional de los Humedales: ríos vivos del subtrópico argentino
Los humedales representan ecosistemas acuáticos importantes a nivel internacional por los bienes y servicios que brindan a la sociedad. En general representan espacios acotados de nuestra geografía, pero que generan importantes reservorios de biodiversidad y fuente irremplazable de agua para las actividades humanas y para el mantenimiento de esa biodiversidad. Consideramos humedales a las lagunas, lagos, pantanos, turberas, vegas altoandinas, todas normalmente alimentadas por ríos y arroyos. Estos últimos son considerados muchas veces como “cintas de vida” por el acúmulo de biodiversidad a sus orillas, particularmente cuando los mismos atraviesan amplias regiones secas como el Gran Chaco. En ese sentido ríos como el Pilcomayo y el Bermejo en el Norte de Argentina deben ser objeto de acciones concretas que los pongan en valor y aseguren su uso sustentable a través del tiempo, a través de figuras de gestión territorial como la de “Paisaje Protegido Fluvial” que pongan de relieve los importantes humedales fluviales con que contamos en el Norte del país.
La Categoría V de la clasificación de áreas protegidas de la IUCN dice que Paisaje Protegido es “Un área de tierra, costa o mar donde la interacción de las personas con la naturaleza a través del tiempo ha producido un área de carácter distintivo con gran valor estético, ecológico o cultural, y frecuentemente con diversidad biológica. El resguardo de la integridad de esta interacción tradicional es vital para la protección, mantenimiento y evolución de esta área”.
Por otra parte, la constitución de una figura específica de protección de los tramos fluviales mejor conservados, o que aglutinen especiales valores socio-ambientales tiene su referente más antiguo en el Sistema Nacional de Ríos Silvestres y Escénicos (National Wild and Scenic Rivers System) de los Estados Unidos de Norteamérica, que actualmente protege de manera efectiva a 160 ríos repartidos por todo el territorio de este país. Este Sistema fue creado en 1968 con el objeto de proteger aquellos ríos que “posean valores escénicos, recreativos, geológicos, biológicos, históricos o culturales extraordinarios”. Con tal fin, se propuso “su protección y la de su ambiente inmediato, para el beneficio de las generaciones presentes y futuras”.
La Categoría V de la IUCN no ha sido utilizada hasta ahora en el país. Además la protección del cauce de un río per se no ha sido considerado en Argentina hasta la actualidad, aunque muchas reservas contienen ríos o alcanzan sus orillas.
En la conjunción de ambos conceptos es que pensamos que la figura de “Paisaje Protegido Fluvial” es una figura muy adecuada para contribuir a proteger y poner en valor los atributos naturales y culturales de ríos de la envergadura del Bermejo y del Pilcomayo, en su dimensión inter-jurisdiccional dado que esta figura abarcaría tres Provincias (Salta, Formosa, Chaco) dentro de un solo país (Argentina) en el caso del Bermejo y de tres países en el caso del Pilcomayo.
Tanto el Bermejo como el Pilcomayo son ríos de gran valor en términos de la biodiversidad asociada a sus cauces fluviales y que además alimentan un conjunto enorme de humedales lenticos (lagunas, madrejones, bañados) asociados a los mismos. En gran parte de su miles de kilómetros en que atraviesan la “llanura chaqueña”, estos ríos toman contacto con un mosaico de bosques secos, sabanas, pastizales y humedales, con gran cantidad de especies endémicas o exclusivas, muchas de ellas vulnerables o directamente en peligro de extinción. La región chaqueña es actualmente la que recibe más presión para ampliación de la frontera agropecuaria (90% de la deforestación en Argentina) y es a su vez la ecorregión con menor esfuerzo de conservación relativo (menos del 1% de su superficie). Las áreas protegidas en esta ecorregión son del orden de pocas decenas de miles de hectáreas y sólo dos alcanzan las 100.000 has (PN Copo y PN El Impenetrable). En ese sentido la conformación de estas reservas fluviales y de otras en tierra firme asociadas a estos ríos, constituyen aportes sustanciales y relevantes a la protección de la región chaqueña.
Adicionalmente, a los márgenes de estos ríos viven cientos o miles de familias aborígenes (etnias pilagá, toba, wichí, nivaclé) y criollas que dependen de estos ríos para su supervivencia cotidiana, como lugar de pesca, de provisión de agua para ellos y/o su ganado. Ya en áreas cercanas a su desembocadura, el agua del Bermejo adicionalmente, es bombeada y utilizada para plantaciones de arroz. Diversas comunidades distribuidas a lo largo de estos ríos en sus cercanías practican la pesca como medio de subsistencia y utilizan el agua, teniendo por lo tanto un gran valor ambiental y social. No existen ciudades ni pueblos grandes en sus orillas a consecuencia de la propia dinámica de los ríos al cruzar la región chaqueña, lo que realza el valor natural de los mismos.
En el caso del río Bermejo existen varios esfuerzos de conservación, algunos de larga data, tales como el “PN Baritú” y la “Reserva de Biosfera de las Yungas” en Salta (en la alta cuenca), la “Reserva Nacional Formosa” y la “RB Teuquito” en Formosa, el “PN El Impenetrable” y el Sitio Ramsar “Humedales del Chaco” (Chaco). Estas áreas protegidas, que podrían constituirse en “zonas núcleos”, requieren de asegurar su conectividad, la cual ha sido contemplada en el diseño de los “corredores ecológicos del Chaco” esquema que debería incluirse en los procesos de revisión de los Ordenamientos Territoriales provinciales contemplados en la Ley Nacional de Presupuestos Mínimos de Protección de los Bosques Nativos.
En síntesis, las características divagantes de estos ríos, su elevada carga de sedimentos, sus valores biológicos y culturales, requieren aunar esfuerzos para garantizar su conservación en un modelo de gestión territorial que asegure mantener los procesos naturales que permiten la continuidad de todos los usos a los que actualmente está sometido, garantizando su oferta de bienes y servicios a perpetuidad.
A estos ríos hoy los miramos con temor por las crecidas y desbordes que ocasionan, pero cuando las lluvias se reduzcan y las aguas se calmen, como todos los años las gentes se volverán a acercar a sus orillas para aprovechar generosamente sus recursos, como lo vienen haciendo desde hace miles de años.
Alejandro D. Brown – Presidente Fundación ProYungas
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