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Reflexiones acerca de la 12° Conferencia de la RTRS (Round Table of Responsible Soy) Lille, Francia, Mayo 2017

Durante los últimos días de Mayo y principios de Junio del corriente año se organizó en Lille, Francia, esta conferencia bajo el lema “Cero Deforestación: transparencia y escala” como parte del proceso de incremento de prácticas y compromisos asociados a la certificación RTRS para el cultivo de la soja en el mundo. La RTRS es una organización civil que promueve la producción, procesamiento y comercialización responsable de la soja a nivel mundial, a través de su estándar RTRS de producción. Creada en 2006 en Suiza, la RTRS es una iniciativa internacional y multisectorial integrada por 200 miembros, que busca facilitar el diálogo entre productores, industrias, comercio, finanzas y sociedad civil.

El estándar RTRS de producción fue creado por representantes de esos sectores que conforman la asociación y es el resultado del consenso de sus diversos intereses. Está basado en 5 principios de producción : 1° cumplimiento legal y buenas prácticas empresariales; 2° condiciones laborales responsables; 3° relaciones comunitarias responsables; 4° responsabilidad ambiental; 5°practicas agrícolas adecuadas. Este proceso de certificación hoy involucra al 1% de la soja del mundo, un porcentaje minúsculo, pero que sin embargo representa cerca de 1 millón de hectáreas certificadas en 2016, principalmente en Brasil (2.204.000 toneladas certificadas con 143 productores RTRS) y en menor medida en Argentina (662.445 toneladas certificadas con unos 50 productores RTRS), según el informe de gestión RTRS de 2016.

En Argentina, el 96% de la producción de soja (unos 50 millones de toneladas) se exporta bajo la forma de poroto, harina, aceite o biocombustible, representando el complejo más importante de la balanza comercial del país. En 2013, las exportaciones argentinas totales ascendieron a u$s81.600 millones, con una participación del sector agropecuario y agroindustrial de u$s48.000 millones, de los cuales la soja fue responsable del 25% del sector. De esta forma, el complejo soja lidera las ventas externas del país. Le sigue el sector automotriz, el cerealero, el petrolero petroquímico, las exportaciones de carne y leche y las del sector frutihortícola. Los embarques del complejo soja se destinan a más de 100 países. Entre los grandes puntos de llegada se destaca China, que compra en la Argentina un 20% de sus importaciones de poroto de soja. A su vez, la Unión Europea es el gran destino de la harina de soja argentina, comprando el 11% de la soja mundial (de Brasil, Argentina y EE.UU). Gran parte del volumen comprado por la UE es importando desde Holanda y de ahí se redistribuye al resto de los países.

El lema de la Conferencia 2017 hace hincapié en uno de los temas que más atención mundial ha despertado, como es la deforestación o conversión de sistemas naturales para incrementar la superficie mundial sembrada con commodities. En ese sentido, “no deforestar” o “cero deforestación” se ha transformado en una meta clara hacia la sociedad y que muestra en forma directa el compromiso con la sustentabilidad, con la preservación del ambiente.

Esta premisa está particularmente orientada a la soja proveniente de los países ubicados en las áreas asociadas a los trópicos (principalmente Brasil, Argentina y Paraguay). En ese sentido, ecosistemas como el Amazonas, el Cerrado y el Chaco han sido reiteradamente mencionados durante el evento, particularmente por los representantes de organizaciones ambientalistas internacionales como el WWF (World Wildlife Foundation), muy activo en todo este proceso del RTRS. Para el caso de Argentina aproximadamente un 20% de la soja proviene de la ampliación de la frontera agropecuaria en la última década, reemplazando sistemas naturales. El resto del exponencial crecimiento de la superficie sembrada con soja en nuestro país es resultado del reemplazo de otras producciones, principalmente de otros granos y de la ganadería, en particular en la “Pampa húmeda”, hoy conocido como “núcleo sojero”.

En el evento de Lille estuvieron presentes representantes de países productores particularmente de Sudamérica (Brasil, Argentina, Paraguay) y de países compradores (principalmente Holanda. Francia y Reino Unido). De Estados Unidos participaron representantes de organizaciones de investigación o ambientales (WWF, TNC). Fue llamativa la ausencia de productores de EEUU así como la casi ausencia de representantes de China, el principal comprador de soja mundial y el “trader” más importante de la ampliación de la frontera agropecuaria del mundo.

La Fundación ProYungas fue invitada a participar de esta Conferencia, particularmente para opinar sobre el tema de la “Cero Deforestación” y de los instrumentos técnicos para monitorear el cumplimiento de los compromisos asumidos en este tema. La RTRS ha establecido como fecha tope para que tierras deforestadas puedan participar del proceso de certificación al año 2009. Esta fecha fue luego ampliada hasta Junio del 2016 para aquellas producciones provenientes de deforestaciones que fueron realizadas legalmente, es decir bajo la aprobación formal de las autoridades correspondientes de los respectivos países. Más allá de esa fecha, incluso bajo autorizaciones legales, no podrá certificarse el estándar RTRS. Es decir que al presente, gran parte de la producción de soja mundial podría ser certificada, salvo las generadas ilegalmente. El incremento de áreas a certificar futuras sólo podrá provenir de áreas de cambio de producción, es decir de otra actividad agro-ganadera que se vuelque a la soja. Esta restricción a nuestro modo de ver presenta varias dificultades:

Por un lado, el desplazamiento de otras actividades menos rentables que la soja hacia nuevos espacios silvestres, dado que los interesados en sumar superficies potencialmente certificables los desplazarán, pasándole la responsabilidad de no conversión a otras producciones;

Muchos productores interesados en realizar esfuerzos importantes de “compensación” a la transformación a cambio de poder habilitar nuevos espacios a la producción no tendrán la herramienta adecuada para hacerlo. Estos productores están instalados en ecosistemas muy escasamente protegidos al largo plazo y por lo tanto que requieren de esfuerzos adicionales futuros importantes;

Muchos territorios de alta valoración para la biodiversidad cuentan con instrumentos legales de planificación de uso que contemplan la protección, el uso sustentable de los sistemas naturales y la conversión. La seguridad en el tiempo de estos instrumentos dependerá del equilibrio que alcancen entre conservación y producción y esta restricción RTRS no ayuda a la valoración de los esfuerzos legales en nuestros países y por lo tanto a la “sustentabilidad legal” de estos compromisos;

Entre los temas relevantes que este proceso de certificación RTRS está propiciando, se encuentra el fomento al diálogo entre partes interesadas en la búsqueda de esquemas que garanticen de alguna manera la sustentabilidad agropecuaria. Sin embargo, y a nuestro criterio, se deberían dejar “puertas abiertas o entreabiertas” para estimular la participación activa de nuevos actores a sumar superficie protegida sustentada en la rentabilidad de los espacios convertidos aledaños, lo que nosotros denominamos “Paisajes Productivos Protegidos”(PPP). El PPP busca generar un modelo de gestión del territorio a escala de paisaje que permita integrar la producción realizada muchas veces a partir de la conversión de sistemas naturales, con la conservación de la biodiversidad y con los servicios ecosistémicos asociados en espacios vecinos.

Se deberían ampliar y articular los esfuerzos de la RTRS, fomentando sinergias con otras producciones con las que la soja comparte el territorio a escala de paisaje, y que en conjunto aseguren la preservación de los bienes y servicios ambientales locales de los que dependen en forma directa.

Para alcanzar estos objetivos, entendemos que será importante lograr una mayor participación del sector productivo en futuras reuniones de la RTRS y un trabajo más profundo a nivel de cada país productor, para que la certificación RTRS sea una herramienta que fomente y profundice los compromisos ambientales de las producciones de commodities, particularmente en los territorios de alta biodiversidad, territorios en los que por otra parte continuará la expansión productiva.

Alejandro D. Brown, Presidente Fundación ProYungas