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Reflexiones del Bicentenario: El Norte Grande necesita del diálogo entre producción y ambiente

La Argentina se conformó sobre la base de un modelo agropecuario exportador que le permitió en los albores del Primer Centenario ubicarse entre los países más desarrollados del mundo. Este vínculo intenso entre producción y desarrollo del país se fue diluyendo durante las décadas siguientes y particularmente se fue gestando una dicotomía entre producción y bienestar social, muchas veces impulsada desde el mismo Estado.

Sin embargo es imposible pensar en la conservación de la naturaleza y la promoción social sin un sector productivo pujante, moderno e innovador que reconozca a estos valores como los pilares del desarrollo sustentable, es decir de su propia sustentabilidad productiva.

Gran parte de la expansión y del crecimiento económico de la Argentina estará concentrada en el Norte Grande del país, esas 9 provincias del norte argentino o del subtrópico, que tienen la “llave” de nuestro futuro y sobre la cual el país tiene una importante deuda social y ambiental. Para ello debemos aprovechar la oportunidad que el Bicentenario nos brinda para reflexionar y para realizar una mirada sobre esta extraordinaria región de nuestro país e imaginarnos su futuro.

El Norte Grande (NG) representa la franja subtropical de Argentina donde se desarrollan las ecorregiones de mayor biodiversidad con una predominancia de ecosistemas críticos como los bosques nativos/Yungas o selvas subtropicales de montaña; Selva Paranaense; Bosque Chaqueño (seco y húmedo), pastizales naturales y humedales.

El esfuerzo de conservación de estos ecosistemas en Argentina es muy bajo, inferior al 3% cuando los compromisos nacionales demandan un “piso” del 17% de cada ecorregión protegido.

El NG es la región de Argentina con mayor disponibilidad de tierras aptas para el crecimiento agropecuario intensivo, pero también la región que posee la mayor superficie de áreas de Alto Valor para la Conservación de la biodiversidad (protegidas o no) y de territorios indígenas (otorgados o no). Esto mal manejado representa un “techo” al crecimiento de la superficie para la producción intensiva, pero también representa una oportunidad para avanzar en la producción involucrando más activamente a pequeños productores agropecuarios y comunidades aborígenes, asociados al mantenimiento de su entorno natural.

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El crecimiento productivo debe desarrollarse de la mano de mejorar los estándares de protección de la naturaleza y de resolución de los conflictos de tenencia de la tierra con comunidades locales. La postergación histórica de resolución de estos temas sólo los han agravado, incrementando las situaciones conflictivas y perdiendo irremediablemente áreas de muy alto valor. La inclusión de mecanismos que permitan canalizar las demandas ambientales y sociales asociadas a la expansión de la frontera agropecuaria es clave para el crecimiento productivo de la región y para la convivencia social.

El NG es el área de mayor concentración y diversidad indígena de Argentina, donde al momento se han registrado un mínimo de 1.300 comunidades pertenecientes a 24 etnias, una parte importante aún no tiene definido adecuadamente sus territorios ni resuelto el acceso a la tierra a pesar que existe legislación que intima a los estados nacional y provinciales a avanzar en la resolución de estos temas.

Los procesos de certificación a la producción agropecuaria pueden ser aliados importantes para asegurar el aumento de la producción en contextos ambientales y sociales adecuados. Para ello se requiere de herramientas complementarias como los “paisajes sustentables” que permitan vincular y compensar territorialmente los distintos usos de las tierras (producción, conservación de la biodiversidad, resolución de tenencia de la tierra y prácticas tradicionales).

Bañado 485

La definición de “Paisajes Sustentables” representa una forma de “bajar a escala multi-predial” los ordenamientos territoriales realizados a escala provincial, buscando formas de vincular espacialmente la producción intensiva y extensiva, la conservación de los bienes y servicios de la naturaleza y la resolución de los conflictos de acceso a la tierra y sus recursos naturales. Para ello se necesita planificar y dialogar.

El marco legal que definirá en gran medida el futuro productivo del NG está asociado al cumplimiento de la Ley de Bosques, la Ley de Regulación de Territorios Indígenas y la Ley de Glaciares, todas de gran incidencia territorial en el NG y que requieren generar herramientas adecuadas para “bajar a tierra” su cumplimiento efectivo sin afectar el crecimiento productivo regional.

Finalmente, es importante incluir en la planificación de obras de infraestructura en el NG, además de las consideraciones ambientales y sociales directamente afectadas o influenciadas por la obra, aquellas variables relevantes a la “escala de paisaje”, particularmente la definición e implementación de espacios de protección (estatal, privada o comunitaria) de los bienes y servicios de la naturaleza y las demandas territoriales. Esto es particularmente importante dado el valor ambiental de los ecosistemas subtropicales del NG y la sensibilización social de este territorio.

Alejandro D. Brown, Fundación ProYungas