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Yerba Buena proyecta «islas de naturaleza» en medio de zonas urbanas

Cada vez es mayor el porcentaje de gente que habita en las ciudades. En la Argentina, se estima que esa cifra alcanza al 90 % de los habitantes. Eso acrecienta la necesidad de que las urbes cuenten con espacios que les permitan a las personas tener contacto con la naturaleza, ya sea paseando, corriendo o andando en bicicletas. Y en ese sentido, Yerba Buena cuenta con enormes posibilidades de satisfacer la demanda. No obstante, estos servicios deben, en muchos casos, integrarse, ponerse en valor y contar con condiciones de seguridad adecuadas. Básicamente, este es el planteo del proyecto que la Fundación ProYungas está impulsando en ese municipio, para que se construyan islas de naturaleza.

«El desafío por delante es integrar estos recortes de naturaleza en los diferentes barrios y disponerlos para que, con seguridad y armonía estética, puedan ser disfrutados».

Alejandro Brown, ecólogo

«Yerba Buena se encuentra inmersa en el interior de la ecorregión de yungas. Por esta posición geopolítica, resulta ideal para convertirse en una ciudad modelo en la que el urbanismo y la naturaleza coexistan», dice el ecólogo Alejandro Brown, director de ProYungas. «Eso les permitiría a sus ciudadanos alcanzar niveles de calidad de vida realmente envidiables», añade. La iniciativa cuenta con el respaldo del biólogo Pablo Quiroga, director de Medio Ambiente local, y de vecinos del barrio El Bernel, donde se daría el puntapié inicial.

Las yungas o selvas subtropicales de montaña se encuentran entre los ecosistemas de mayor biodiversidad de nuestro país y del mundo, junto con la selva misionera. En porcentajes, más del 50 % de las especies habita en ese 2 % de territorio nacional. A su vez, Yerba Buena está situada en el corazón de las yungas australes y mantiene fuertes vínculos con el espacio natural de la Sierra de San Javier, una emblemática área protegida.

«En el proceso histórico de urbanización y mientras la cuadrícula urbana y la infraestructura iban creciendo, fueron quedando islas de bosques o bosquecillos de la otrora exuberante selva en distintos lugares del departamento. El ejemplo más conocido de esto es el Parque Percy Hill», explica Brown. Se trata de islas de diferentes tamaños; en algunos casos, solo filas de imponentes árboles (pacarás, tipas, virarús, tarcos y laureles) que hoy se presentan como recortes nostálgicos de nuestro pasado natural y abrigo para muchas especies de pájaros, helechos y bromélias.

«El desafío por delante es integrar estos recortes de naturaleza en los diferentes barrios y disponerlos para que, con seguridad y armonía estética, puedan ser disfrutados», puntualiza. En concreto, Brown proyecta que estos sitios se vinculen a través de senderos y bicisendas y que cuentan con espacios recreativos, de descanso y de contemplación. «Sería un sistema de islas de naturaleza que nos permitiría niveles de coexistencia aceptables», añade con ilusión. Con otras palabras, una forma de hacer las paces con el planeta.

En la práctica, la primera tarea consistiría el relevar estas islas, analizar las formas de vincularlas en una trama a gran escala y dotarlas de una infraestructura mínima y seguridad adecuadas. «Esos son los objetivos de un nuevo nivel de planificación en nuestra ciudad. Y ojalá que el modelo sea repetible en otros lugares de similares condiciones en el noroeste argentino», cierra Brown.

De hecho, ese primer paso fue dado este viernes, en una reunión de la que participaron Brown, Quiroga, residentes de la zona y el delegado comunal de San José, Rodolfo Gallardo. En los límites norte y este del barrio Bernel se sitúa la que se convertiría en la primera isla de biodiversidad yerbabuenense. Se trata de un canal inactivo, rodeado de canchas de fútbol, casas, terrenos baldíos y basurales. «Esto amerita diagramar un proyecto de conservación que, a su vez, cubra necesidades deportivas, con circuitos y pistas de salud; establezca una presencia activa del municipio en la limpieza y el reciclado de residuos y genere vías de acceso para una mejor integración de la zona», opinaron los vecinos del loteo que estuvieron en el cónclave.

Es sabido que vivir en ambientes urbanos densos aumenta los niveles de estrés. Y que las interacciones breves con el mundo natural pueden mitigar algunos de esos efectos negativos, en contrapartida. De hecho, los investigadores han relacionado la exposición a la naturaleza con reducciones en la depresión y en la ansiedad. También han planteado beneficios fisiológicos: el acceso a los parques y senderos tiende a aumentar la actividad física de los residentes, lo que conlleva una reducción en la obesidad y ofrece otras mejoras en la salud. Por último, la cobertura arbórea influye en la temperatura ambiental.

En definitiva, a la hora de contar los beneficios no bastan los dedos de ambas manos. Y como dice Brown, Yerba Buena podría convertirse en una ciudad modelo en la que el urbanismo y la naturaleza coexistan. Para que la iniciativa no quede en una mera suma de voluntades, el próximo paso consistiría en dotar a esta primera isla ya relevada de infraestructura y seguridad.

(Nota original publicada en La Gaceta)

Por ProYungas - 23 / 11 / 2021